Me pediste que te siguiera, y al hacerlo mi mente solo pensaba en mil cosas aberrantes hacia tu persona. Tu malencarada faz no dejaba de taladrar mi cabeza y sentir que no debía estar ahí sola contigo.Sin embargo debía cumplir con mi tarea para poder seguir mi camino.
En eso me llamaste y pediste que subiera al auto, pero no veía nada solo oscuridad, de pronto prendiste las luces y pude ver con claridad un carro largo de esos antiguos; me abriste la portezuela y entré, mis ojos echaron un vistazo inmediato al interior de éste y darme cuenta que todos los vidrios estaban polarizados. Entraste al carro y con premura me pediste que me abrochara el cinturón. De pronto me dijiste que era un carro blindado pues tu jefe tenía muchos enemigos, empezaste una plática por demás pletórica de miedo e inseguridad para mi persona, a lo que concluí que tanto tu jefe como su hijo eran narcotraficantes y que el hotel era solo un parapeto de sus feos asuntos.
Mis piernas temblaban a más no poder, y mi cuerpo entero por inercia empezó a recorrerse hacia la puerta, empecé a repegarme tanto que fue notorio a tu vista y me lo echaste en cara. NO sabía que hacer no me quedaba de otra más que confiar en ti pero mi mente tenía ideas encontradas chocaban unas con otras sin embargo fue más grande la de irme al día siguiente de aquel hotel. Estaba tan sumida en mis pensamientos que no me di cuenta lo pronto que llegamos al puente, la noche era tan negra como sola, aquella calle en la que nos encontrábamos estaba lo suficientemente sola como para aterrarme por dentro.
Sin embargo, en ese momento tu tarea era cuidarme, pero tus palabras helaron mi cuerpo en ese preciso instante; no me podrías acompañar hasta la oficina de permisos, a lo que de inmediato surgió la pregunta de mis labios;_ Por qué? Y en un segundo contestaste mi pregunta al abrir tu chaqueta y mostrarme tres pistolas que traías, dos a la cintura y una más chica a la altura del pecho.La ola de horror se apoderó de mi, todo lo que me habías dicho era cierto, en mi mente siempre cupo una pequeña duda de tus palabras y no podría creerlo pero ahora si, ahora si.
Mis piernas temblaron una vez más, mi voz salió entrecortada y débil, no podría seguir yo sola; el miedo se apoderaba de mi. Por una parte estabas tu con toda tu terrorífica historia, y en segundos estábamos parados en el puente en donde aquella mañana se habían encontrado dos mujeres muertas, y éste en tercer punto estaba demasiado oscuro, a lo lejos se alcanzaba a divisar una pequeña luz que era mi destino.
Así que mi tristeza era demasiada pero mi pánico era aún y por demás el doble. Al verme creo que descubriste lo que estaba sucediendo en mi interior y por obvias razones te dirigiste al carro te quitaste las armas de encima y me acompañaste......
continuará
En eso me llamaste y pediste que subiera al auto, pero no veía nada solo oscuridad, de pronto prendiste las luces y pude ver con claridad un carro largo de esos antiguos; me abriste la portezuela y entré, mis ojos echaron un vistazo inmediato al interior de éste y darme cuenta que todos los vidrios estaban polarizados. Entraste al carro y con premura me pediste que me abrochara el cinturón. De pronto me dijiste que era un carro blindado pues tu jefe tenía muchos enemigos, empezaste una plática por demás pletórica de miedo e inseguridad para mi persona, a lo que concluí que tanto tu jefe como su hijo eran narcotraficantes y que el hotel era solo un parapeto de sus feos asuntos.
Mis piernas temblaban a más no poder, y mi cuerpo entero por inercia empezó a recorrerse hacia la puerta, empecé a repegarme tanto que fue notorio a tu vista y me lo echaste en cara. NO sabía que hacer no me quedaba de otra más que confiar en ti pero mi mente tenía ideas encontradas chocaban unas con otras sin embargo fue más grande la de irme al día siguiente de aquel hotel. Estaba tan sumida en mis pensamientos que no me di cuenta lo pronto que llegamos al puente, la noche era tan negra como sola, aquella calle en la que nos encontrábamos estaba lo suficientemente sola como para aterrarme por dentro.
Sin embargo, en ese momento tu tarea era cuidarme, pero tus palabras helaron mi cuerpo en ese preciso instante; no me podrías acompañar hasta la oficina de permisos, a lo que de inmediato surgió la pregunta de mis labios;_ Por qué? Y en un segundo contestaste mi pregunta al abrir tu chaqueta y mostrarme tres pistolas que traías, dos a la cintura y una más chica a la altura del pecho.La ola de horror se apoderó de mi, todo lo que me habías dicho era cierto, en mi mente siempre cupo una pequeña duda de tus palabras y no podría creerlo pero ahora si, ahora si.
Mis piernas temblaron una vez más, mi voz salió entrecortada y débil, no podría seguir yo sola; el miedo se apoderaba de mi. Por una parte estabas tu con toda tu terrorífica historia, y en segundos estábamos parados en el puente en donde aquella mañana se habían encontrado dos mujeres muertas, y éste en tercer punto estaba demasiado oscuro, a lo lejos se alcanzaba a divisar una pequeña luz que era mi destino.
Así que mi tristeza era demasiada pero mi pánico era aún y por demás el doble. Al verme creo que descubriste lo que estaba sucediendo en mi interior y por obvias razones te dirigiste al carro te quitaste las armas de encima y me acompañaste......
continuará
4 comentarios:
Wowwwwww has logrado estremecerme de terror e intriga. Mmmmm me quedo esperando el desenlace. Excelente! Un abrazo.
Me duele el occipucio de terror al saberte solita con ese sujeto.
qué situación desesperante, me dejaste temblando.
Saludo-aullido
Que miedo, nada más de leerte uno se imagina todo y da miedo, pero uff respiro es espero saber que paso.
Nos dejas como telenovela en viernes jaja
Saludotes
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