de vidrio se me salió y no lo encuentro, ayudame a buscarlo.
Gritaba mi tío Simón.
-Seguro está entre las cobijas.
Y yo por más que buscaba entre las cobijas raídas de antaño, sólo lograba encontrar pequeños hilos de paja que quedaban en su ropa después de la jornada laboral.
Mi tío jamás me quiso decir el por qué de su condición, sin embargo en mi mente infantil siempre tejí una historia digna de un cuento de terror.
Mis pensamientos jamás me llevaron a imaginar que la coz de una mula le hubiese botado el ojo y dejado inconsciente desde la mañana hasta morir el día. Su silencio fue total, su ceguera lo fue aún más. Sin embargo su ternura y su habilidad para desgranar el maíz nunca disminuyeron.
Sus historias de fantasmas y de antiguos pobladores de Belén fueron siempre la envidia de muchos sanos...
4 comentarios:
Jeje no me imagino andar buscando en el suelo un ojo de vidrio jeje.
Sería padre escuchar una historia del tío.
Besos Gaviotica.
que caos con el ojo de vidrio...
jajaja me imagino.
yo tampoco me imagino buscando uno, me da cosa nada más de pensar en la sensación de tomarlo ¡saludos!
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