LA CASA DE LOS LAMENTOS....

La casa se sentía sola, aún cuando había muebles, los cuales estaban tapados como toda casa que se queda sola por mucho tiempo. Se sentía un poco de frío sin embargo seguí caminando, no sabía lo que buscaba pero tenía que encontrarlo;mi mirada penetraba cada una de las sábanas que cubrían pero sin encontrar nada. Mi búsqueda se tornaba ansiosa y preocupante cuando por fin logré ver su cabeza y lo llamé por su nombre _ Gerardo? Estás ahí?.
_Si, aquí estoy. Pero no puedo salir, me da miedo...
_Por qué? Sucede algo?
_Ellos están ahí y no me dejan ir...
En ese momento volteé al escuchar un leve crujido de madera vieja y polvorienta. Ahí estaban, eran dos niños blancos como la nieve, niño y niña y sonreían maléficamente de ver como Gerardo se escondía de ellos, en ese momento sentí que mi búsqueda había terminado, lo tomé de la mano discretamente y lo jalé.
_Vámonos! Corre por favor!! No te detengas!!
Los niños aterradores se movían con gran agilidad y cada vez se hacían de un blanco más sólido.
Mis piernas empezaron a temblar, el terror en mis manos era tal que solté a Gerardo, mi mano sudaba profusamente y no podía dejar de correr, pero Gerardo se quedaba atrás, mis lágrimas hicieron su aparición y empaparon mis mejillas mis gritos desesperados por no poder alcanzarlo fueron exhaustos Gerardo se quedó atrás, corrí por aquel pasillo que cerraba sus muros a mi paso sin dejar ver un atisbo de la presencia de él.
Mi cabeza dió un giro tremendo al escuchar un grito desgarrador en donde claramente se pronunció mi nombre. Y como por arte de magia me metí a un cuarto, dejé que mi cuerpo agarrara valor de un espacio perdido en el tiempo y salí, corrí atrás, busqué a Gerardo, las puertas se abrían y cerraban en un constante ir y venir del viento silbando terrorífica y sórdidamente entre los vidrios rotos de las ventanas viejas y dolidas por los años.
Los niños atraparon a Gerardo, lo estiraban tremendamente, todos sus miembros se hacían chicle de solo jalarlo, sus gritos no dejaban de escucharse por toda la casa y Gerardo muerto de terror mostraba al cielo desnudo unas órbitas oculares exhaltadas y rojas.
Lo tomé de la cabeza, lo abracé, hice acopio de fuerza y lo saqué de ahí, los gritos de los niños eran terribles por haberles quitado de sus garras a su nuevo ex juguete.
_Vamos le dije.
Corrí con todas mis fuerzas, lo llevaba arrastrando pero estaba mejor.
Como pude sali de la casa y lo llevé conmigo, la casa se vino abajo, las paredes lloraban nuestra ausencia y los niños a lo lejos se mostraban molestos por haberme escabullido de ellos.
Las demás casas alrededor se desmoronaban y lloraban volviéndose solidarias con la casa de los niños. Las gárgolas que adornaban las fachadas de las viejas casonas, lloraban con gritos desgarradores buscando con sus grandes fauces llevarse como premio algún pedazo de mi cuerpo.
Esa cerrada estaba prohibida desde hacía mucho tiempo, pero yo saqué a Gerardo de ahí.
Yo lo saqué.... por hambre...
Yo lo saqué....
Para mi!!!