Las playas de los mundos infinitos, la sonrisa
de los niños.



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miércoles, 15 de septiembre de 2010

MI PLAYA

La caminata por la playa estaba siendo muy divertida, recorrer varios metros de playa virgen fue el plan y caminar por entre los peñascos con los pies descalzos resultaba relajante después de varios días de estar bajo tensión.
El agua cristalina que llegaba en suaves olas acariciando la arena dorada, llamaba fuertemente mi atención ya que no a mucha distancia de ahí el agua embravecida chocaba sus orillas contra la base de los peñascos por donde caminábamos. Mi compañía no era muy nítida, eran varias personas dos adultos y varios niños y a pesar de no ver sus caras con claridad su presencia era agradable para mi.
El fondo marino no se constituía muy profundo sin embargo era extremadamente transparente y de un color azul claro intenso, tan real y tan bello que atraía la vista de cualquiera.
Había gente bañándose en la orilla y cada quien gozaba del agua a su manera pero la diversión era verdadera.
Mis pies siguieron su recorrido y en cuestión de instantes mi panorama había cambiado por completo ahora mis pisadas se sumergían en terreno lodoso a la rivera de un río crecido por las constantes lluvias acaecidas unos días antes, aún así la gente se bañaba en sus aguas y la diversión era tanta que en un momento preciso sentí la necesidad de unirme a ellos. Pero mis pies me urgían a seguir caminando, y aunque mis pasos eran lentos por el lodo, tratamos de salir lo más pronto posible del lodazal y proseguimos nuestro camino. Los árboles en su mayoría sabinos de gran antiguedad nos obsequiaban una fresca sombra pero pronto terminarían de forma abrupta, pues mi panorama volvía a cambiar y la vista que se presentaba a mis ojos en ese momento fue sorprendente, una vez más estaba en la playa pero ésta vez era diferente hora, mis pasos nos guiaron abajo de un gran puente en donde la gente estaba pletórica de alegría los niños iban y venían chapoteando en el agua y la gente grande los cuidaba. El color del agua en este lugar era muy diferente, se veía algo turbia y de un color verdoso, resultado de las grandes cantidades de cobre en el lecho marino, sin embargo el fondo se veía claramente pues a no pocos metros de ahí alcancé a observar a un pequeño elefante que cubría su cabeza con una olla vieja y desvencijada en la cual habiendo encontrado algo de comida se atoró y en un desesperado esfuerzo por sacarsela, había llegado a las orilla del mar y chapoteando a forma de sacudidas se alcanzaban a ver sus enormes patas a través del agua.
Un poco más allá se alcanzaba a ver una gran mantaraya,una enorme mantaraya que abanicaba sus aletas cubriendo a varios niños que se encontraban cerca,realmente no supe si los estaba protegiendo o los estaba cazando, aún cuando estaba muy a la orilla se alcanzaba a ver toda su envergadura y su belleza natural.
Al voltear a comentar algo con el hombre y los niños que me estaban acompañando en mi larga travesía, ésta había desaparecido de un momento a otro y jamás supe quienes eran.
A esas alturas de la aventura el aire se había enrarecido y la temperatura había descendido considerablemente, en esos momentos estaba sucediendo un eclipse, un bello eclipse en la playa.....


Después de mucho tiempo sigo recordando esa vivencia; mis andadas por esos lugares fueron de lo más significativo para mí en estas épocas y jamás mis sentidos olvidarán la sensación y colorido tan bello de aquellos lugares.

4 comentarios:

xhabyra dijo...

En estos aspectos caminar en una playa solitaria a media noche y bajo la luz de una luna llena no tiene precio.


Xhaludos Gaviota :-)

socias dijo...

Que bonita narración, yo solo he ido a Manzanillo hace ya como 9 años y los recuerdos igual son enormes y claros como los que tu nos acabas de compartir, esos contrastes de colores que el brillo del sol provoca en el mar, ese aroma tan particular, la sensación de caminar en la arena de esperar a que el agua llegue a rozarnos.

Son tantas cosas que empapan que te dejan un gran sabor a recuerdo arenoso que al cerrar los ojos vives nuevamente ese instante.

Trovator dijo...

Recuerdos, personajes inolvidables y otros famosos desconocidos. Un relato muy lindo, y muchas ganas de estar ahí!

Un abrazo!

Sender Eleven dijo...

No cenar antes de dormir lo recomiendan los pediatras...