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de los niños.



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jueves, 5 de diciembre de 2013

CELENE FERRONNI VII/X

.... La niña ya había crecido, su cabeza estaba completamente limpia, su carita aterciopelada y tersa, era de un blanco sin igual, María era de tez apiñonada y sus hermanas eran blancas, sin embargo la recién nacida no era igual a ninguna de ellas. Su piel era lechosa, blanquísima como hecha de alabastro y su cabello aunque escaso y pegado a su pequeño cráneo, era de un hermoso rubio que María no lograba comprender y ahora menos el origen de esa hermosa niña. La pregunta había vuelto a su cerebro y sin tapujos, volteó con su madre a reiterarle su anterior pregunta que no había sido contestada unos meses antes.

Doña Cristy, era muy perspicaz, siempre tomando al aire ya no las palabras de las demás personas para contestarles al vuelo, sino los pensamientos de todo aquel que se cruzara en su camino.

No por nada la querían en el pueblo, su intuición era bien recibida por aquel que tuviera dudas en sus pasos a seguir por esta perra vida. Sus consejos eran tan requeridos que María continuamente se preguntaba el por qué su madre no cobraba por aquellas ideas tan buenas para resolver la vida de los demás.

Doña Cristy, con una serenidad a flor de piel, lanzó otra pregunta al aire para que fuera contestada por María. En esos momentos Cinthia y Salomé, que por los alteros de sábanas que traían en los brazos no pudieron ver la cara de María que se debatía en un mar de interrogantes que estaban a punto de ser disueltas por los labios de su madre.

María se tardó un poco en procesar la información en su corto cerebro y cuando por fin lo hubo logrado reconoció en él, la figura del ranchero bien arreglado que había llegado al pueblo el año pasado con un ato de bueyes arriándolos para su venta en el puerto. Todas las mujeres lo habían volteado a ver incluso ella misma, sin embargo su adelanto en años habían hecho que lo desechara rápidamente pues ese tipo de hombres no era el estilo de ella. Pero tal parecía que si el de Doña Cristy o haya sido al revés? María recordó en ese instante que él había rondado su casa por un buen tiempo, a decir verdad dos meses algo así, acaso eso había sido suficiente para que Doña Cristy hubiese caído en las redes de ese extraño?

Al fin su duda había sido aclarada y no había para donde irse, aquel ranchero blanco como la nieve y de pelos amarillos era el padre de esa hermosa niña que en esos momentos ella sostenía en sus brazos......

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