Las playas de los mundos infinitos, la sonrisa
de los niños.



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viernes, 20 de julio de 2012

TRABAJAR EN LA .......

Municipalidad no siempre era un trabajo fácil y bien pagado como a todos se les tenía por entendido, no, por el contrario las actividades que buscaban mayor mérito y paga eran las que se escogían para los hijos de los delegados o los parientes pobres de aquel afortunado que había llegado al poder con una fracción de votos en una plurinominal.
Así que, sin mas quejumbres debía hacer mi trabajo sin pensamientos ni miramientos, solo hacerlo para recibir un poco de paga que algún otro vivillo obtendría por menos trabajo que yo. Mi desfachatez llegó al colmo cuando se me asignó "LA MISIÓN"  de limpieza a la que sin tantos tapujos dije que si pero al poco rato mi pereza me hacía decir que siempre no pues mis manos no podían pasar tanto tiempo en el agua; por aquello del desgaste. A lo que mi jefe en turno, tipo viejo y malencarado puso un hasta aquí. -- O cumples con lo que te acabo de encomendar o te me largas por donde viniste, no estoy para soportar flojonazas. Dijo airadamente.
Mi malestar estomacal por falta de alimento a altas horas del día hicieron que de mi boca solo emergiera un bramido de enojo, y tomando el cubo de lámina lleno de agua, el trapo y una carretilla con musgo recién cortado, lleno de olor a fresco y de un verde bosque oscuro, me dirigí a la zona que me habían asignado.
Cuando por fin llegué, me paré en la esquina de la calle para ubicarme correctamente desde donde debía comenzar; y aunque conocía el rumbo, las casas se me hicieron diferentes de como las había visto hacía tiempo cuando por necesidad tuve que ir a la casa de doña cuquita la señora que vendía remedios caseros para ofrecerle mis servicios de mecanógrafa y solventar así el gasto de unas tapas para los zapatos más viejos que tenía pero que por cómodos no los quería tirar, eran los únicos testigos de mis andanzas por esos barrios, eran los que sabían de mis cansancios y mis pesares así que los tenía que salvar, pues ellos en estos momentos de carencias me soportaban hasta el último instante.
Me percaté de la esquina siguiente y corrí a empezar por ahí, la casa con esquina redondeada  me había parecido atractiva para limpiar sus ventanas que por si fuera poco estaban más sucias que las demás, así que descargué toda mi fuerza y voluntad para terminar pronto mi carga de trabajo. En cada alféizar de cada ventana limpia debía dejar un pedazo de musgo humedecido para que dejara el aroma fresco que de el emanaba.
Las ventanas se hicieron muchas pero eso no importaba ya que algunas de ellas tenían las cortinas corridas o sujetas para que entraran los rayos del sol matutino que por cierto esa mañana era de un radiante brillo como si quisiese darme lo mejor de  él.
Al encontrar ventanas abiertas podía yo asomarme al bullicio interno de cada casa, escuchar la gente hablar de sus cosas, ver el diseño interno de cada cuarto al que daba esa ventana, me hacía imaginarme dentro y convivir con esa gente como si fuera mi propia casa; eso me gustaba sobremanera pues así huía del tremendo cansancio que sentía mi cuerpo por el trabajo realizado.
Echando a volar mi imaginación mi carga se hacía menos y sobretodo cuando de repente alguien de la casa se asomaba y me saludaba amigablemente.
Ese día, mis ventanas se agotaban una por una, mi energía había sido renovada con un rico almuerzo que había devorado con ganas unas horas antes, por lo que la mañana se hizo corta y estando a punto de terminar pasé a la penúltima casa, la puerta principal estaba entreabierta así que eché un ligero vistazo para alcanzar a robar una pequeña idea para mi casa. Al interior de ésta había dos personas sentadas en sillas pequeñas, hombre y mujer; parecían tan absortos en su actividad que jamás se percataron de mi presencia era como si yo estuviera en otra dimensión. Ellos tenían una frazada en su regazo y contaban pequeños botones de colores, la señora le daba algunos al hombre ya entrado en años y la mujer tomaba algunos otros del regazo de él.
Mi mirada fue más allá de sus presencias, la habitación era muy austera pero contaba con lo necesario para una mercería, había listones de todos colores, hilos y encajes. El lugar era pequeño pero contaba con una cajonera tan enjuta como los dueños que ahí guardaban calcetas, calcetines, camisetas y toda clase de bonetería. Su negocio parecía prosperar, era pequeño pero prolijo.
La sorpresa que causó en mi poco entendimiento fue mucho, las características que tenía ese conjunto de objetos junto con sus concentrados dueños marcaron huella en mi, mi corazón al instante buscó en donde guardar esa bella imagen, y sin darme cuenta había soltado el trapo con el que limpiaría su ventana, el musgo que dejaba en cada ventana se había terminado y no tenía más agua para limpiar.
Pero eso no importó mucho, aquella imagen se había guardado en mi memoria, la capturé detalle a detalle y eso era lo que para mi contaba.
Mi jefe llamó mi atención y por consecuencia a mi falta de cuidado mi paga no fue la esperada, sin embargo mi profesionalismo, que solo sacaba a cuenta cuando algo para mi valía la pena, ese día no había marcado diferencia. Por lo que al terminar mi jornada fui y llevé un musgo al alféizar de esa ventana, la cual ya había sido adornada con un gran moño negro.
Mi sorpresa fue tal que toqué la puerta para saber que ocurría, mis toquidos eran tan fuertes que a mi encuentro salió una mujer sobresaltada a tan estridente ruido. Mil preguntas se agolparon en mi garganta que solo logró emitir un por qué apagado, ella al comprender mi angustia me dijo que los dos habían muerto desde hacía dos meses y que venían cada mañana para lograr despedirse de mi.

5 comentarios:

El Pensador Mexicano dijo...

Inquietante y conmovedor. Quiero hacer una crítica que espero no sea tomada a mal: lo que escribiste tiene mucho espíritu (¡literalmente!) pero por ratitos el uso de la puntuación hace que la idea se pierda. Dale una pulidita a eso y estás del otro lado.


Saludos Enfermos.

reptilio dijo...

chaaaaaaaa!
que final tan matador

;/

julia rubiera dijo...

supremo relato nos obsequias querida y admirada amiga. Muchos besinos e infinitas gracias

Trovator dijo...

Wow, qué gran final! Me dejó con las respiración entrecortada. Un gusto volverte a leer!

Un abrazo!

JOAQUIN DOLDAN dijo...

hay cuentos que son un final!