estaba agolpándose en mi cerebro, mis ojos empezaron a nublarse y mi mente fue tan rápida que en un santiamén estaba en el seno materno, pidiendo a gritos salir, la partera fue certera al sacarme pues al momento di mi primer aliento, los gritos de júbilo de los demás niños al ver como yo partía mi pastel con la primer vela, el sentir cómo mi madre me vestía con ese lindo vestido de motas blancas y ponerme el pañuelo en la cabeza para sentirme gitana, el llanto que brotó de mi cara cuando mi padre por vez primera se sintió mal conmigo cuando le grité que no lo quería, mis andanzas de ida y vuelta a la secundaria con mis amigas, mi primer amor platónico, mi primer novio y el beso que me hizo sentir la mujer más feliz del mundo, el momento en que mi preciado tesoro fue arrancado de mi ser como quien deshoja una flor, mis alegrías, mis tristezas, el momento en que meto la llave al automóvil y arranco en reversa, mi cabello ondeando al viento y el momento preciso que mi mente da la orden a mi pie hasta hundirlo al fondo del freno, el chirriar de llantas y ver como el flamante automóvil se impacta con el lado del trailer. Todo eso en un par de segundos, según mi mente alcanzó a captar. Mi grito ahogado fue corto pues alguno de los tantos fierros retorcidos se hundió en mi costado; dejé caer mi cabeza sobre el asiento y me quedé quieta, mi pulso era acelerado, mi susto no acababa de pasar, sólo sentía cómo el vital líquido iba saliendo de mi cuerpo y recorría, mi blusa rota hasta empaparla. Su olor llegó a mi nariz, mi mente cansada borró toda luz y caí en el pozo abismal de la inconsciencia.
La mujer de blanco me llamaba con sus hermosas manos hacia ella, pero no entendía lo que me decía, o tal vez no quería entender pues esa imagen era para mi ya conocida, me asustó y preferí voltear a ver a la pared. Las sacudidas a mi cuerpo maltrecho por los incontables golpes recibidos eran constantes, fuertes y con una frecuencia casi exacta. Mis ojos empezaron a abrirse y aunque las imágenes eran difusas alcancé a distinguir una imagen masculina. Mis sentidos debían estar volviendo en si, sin embargo mis manos acalambradas no lograban tener movimiento.
El hombre logró enderezar mi cuerpo y un grito desgarrador salió de mi boca sin haberlo pedido,mi herida pedía ser curada pero mi sentimiento de orgullo fue más allá de lo predecible y sólo pedí hablar con él.
El chofer del trailer no sabía qué hacer, elcarro estaba inservible sin embargo mis ganas de conducir un auto habían valido la pena estar como me encontraba en ese momento.
El dueño del auto se aproximaba a mi, lo supe por las maldiciones que escuchaba a lo lejos.....
5 comentarios:
Un flash ante nuestros ojos... toda nuestra vida, el dolor, el orgullo... qué imágenes tendríamos si pasara hoy?
Un abrazo!
Holaaa!! =D Escribes muy padre, me lo imaginé todo jejejeje
Gracias por escribirme ^^ ... Ya tienes una fan más =]
Saludos!
algo así pero más gore
http://www.youtube.com/watch?v=ZWlbZO92ZyA
heeey muy buen relato!! me agrado bastante =P
ouch.. dices algo bien cierto y es que cuando hacemos lo que queremos, en el momento justo, pueda haberse destruido por completo no hay porque arrepentirse, al contrario lo hicimos y eso habla de ser capaces de seguir ese instinto y no quedarnos con las ganas.. habrá que ver qué tan grosero resulto el dueño del auto
Tiene una nitidez casi biográfica, es muy ameno este relato... ¿y luego?
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