Tuve una sensación muy extraña, ya que en cuestión de minutos me envolvió en su interesante plática y la conversación surgió. Ésta se enraizó en cómo conoció a su mujer, cómo se hizo de su familia y a cada palabra de él me intrigaba cada vez más.Las preguntas no se hicieron esperar y fluyeron una tras otra con su respectiva respuesta. Su plática siempre fue amena, hablamos de todo, de enfermedad salud, viajes y de vez en cuando entremezclaba en la plática anécdotas chuscas de su vida íntima con la mujer, de sus hijos, de sus hijas, profesión, en fin de todo; siempre relacionado con la familia. El tiempo hizo su trabajo y de ser una bella tarde se convirtió en una gélida noche. Los temas no se acababan, me hacía sonreír incluso soltar una que otra carcajada. De repente se calló, me miró con unos ojos especuladores y la tan temida sentencia por fin llegó a sus labios........
Y ahora...
Cuéntame de ti...
El aire se hizo más frío aún y no alcancé a decirle nada...en un abrir y cerrar de ojos aquel hombre se esfumó. Mis pensamientos revolotearon inquietos, me levanté y me fui. Creo que hubiésemos necesitado otra tarde como esa. Me divertí, analicé el suceso y la verdad...
nunca sabré el por qué estuve ahí.
2 comentarios:
Una sinceridad al descubierto, tenemos miedo para sincerarnos, yo creo que si, a muchos nuestra sinceridad la abrimos solamente cuando ya tenemos confianza en alguién y muy pocas personas pueden llegar a conectarte y eso en la primera vez que nos relacionamos...Buen relato de una tarde que me gustaría estar, si viendo pasar el tiempo...Gracias por tu visita a mi blog!
Yo tambien me voy a sincerar... Soy Bill Gates.
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